Cambio de Plan: Subir a la Bandera
Lecciones de perseverancia, glorias alcanzadas y dificultades enfrentadas en un paseo por la ciudad.
Por Ira Cantú
El plan original era andar por una vereda del Cerro del Obispado. Es un camino plano por el que se encuentra una construcción en ruinas y que al final conecta con la calle… que lleva al Mirador del Obispado.
Estando en la ruina, la enorme bandera de México queda derechito hacia arriba. Ya me habían dicho desde hacía un rato que si podíamos subir. Contesté que no había camino. Estando ahí, entre todos fueron encontrando el camino. Ya habían subido una tercera parte cuando empezaron a gritarme que me estaban esperando, que les alcanzara. Empecé a subir con las dos perras, Rita y Sasha. Al poco me topé a uno de nuestros excursionistas. Esperaría abajo porque no traía pantalones que cubrieran sus piernas de los matorrales. En una nada alcancé a las niñas, quienes iban al final. Los niños iba liderando la subida. El camino fue cansado, el sol ya se sentía caliente.
Entre ramas y espinas llegamos a la cima. Gozaron estar arriba. Se emocionaron, les gritaron a las personas que estaban visitando la bandera, levantaron sus brazos a la hora de la foto en señal de victoria. Estaban muy cansados pero gloriosos. No imaginábamos que lo ¨bueno¨ estaba por venir.
“Estaban muy cansados pero gloriosos. No imaginábamos que lo ¨bueno¨ estaba por venir”
A la hora de bajar, sin darnos cuenta, el grupo se partió en dos y tomamos veredas diferentes. Uno de los niños del otro grupo de repente me gritó que esperara, que su camino había llegado a tope y nosotros éramos quienes habíamos tomado la vereda correcta. Lo esperamos. Le gritamos a los otros dos que se reunieran con nosotros, que su camino no llevaba a ninguna parte. Entre los matorrales se cruzaron de su vereda a la nuestra. Avanzamos sólo para darnos cuenta que la vereda por la bajábamos no era por la que habíamos subido….los retos de la vida. Esta vereda era más estrecha, con más ramas estorbando el paso, con más arbustos espinosos...el camino de bajada fue más largo que el de subida, llegar de nuevo a la ruina fue todo un reto, pero lo logramos. El saldo fueron raspones, espinas enterradas, cachetes chapeados, cansancio, sed y mucha alegría. Nada que no se curara con agua, el fresco del aire acondicionado y unas deliciosas galletas caseras.
Por supuesto que llegando al departamento dijeron que era lo más difícil que habían hecho en sus vidas, que se sentían muertos, que no lo volverían a hacer… me encantaría saber cuánto de la historia de la gloria alcanzada o de las dificultades enfrentadas llegan a contar a sus familias.
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